viernes, 7 de febrero de 2014

La rábano viajero

Cuando era pequeña, vivía en Galicia, y por movidas venía muchísimo a Madrid, en clase me empezaron a llamar el rábano viajero (lo de rábano viene por mi apellido, no porque fuera rosa y mucho menos picajosa, no vaya a ser que penséis mal), mote, que en su momento no me hacía ni puñetera gracia. Y cuando me chivé a mi madre,

le gusto tanto, que hubo una época que ella y una amiga suya me llamaban el rabanito viajero (cosa que me gustaba menos por que yo era súper mayor y los diminutivos eran xa los enanos).


Pero manda huevos lo que es la vida, no se si es por aquellos primeros viajes de obligación me metieron entre pecho y espalda las ganas de conocer mundo, los que me conocéis sabéis que viajar es una de las cosas que más me puede gustar, y es que verdaderamente irte de viaje es sinónimo de pasártelo bien, eso si, dependiendo de con quien te vayas, porque hay cada uno que parece que lo que les mole de viajar sea fastidiarle el viaje al resto........  aunque os diré que gracias a una de estas garrapatas viajeras descubrí que yo, el pequeño rabanito viajero timidocho, podría irme hasta el mismísimo infierno sola, que acabaría recorriéndomelo de la mano de Luci (porque le acabaría llamando así) de cabo a rabo y sin pasar calor.

Y es que te da un cúmulo de buenrollismos, lo que te ríes planeando el viaje con tus compis, el subidote que da cuando recibes el mail confirmación de la compra del billete (otra cosa es cuando recibes el extracto del banco), las películas que me puedo montar de lo que me va a pasar durante el viaje (en mi caso muchas, como soñadora incansable que soy), el hacer la maleta (sobre todo cuando te vas en invierno al hemisferio sur y tienes que sacar la ropa de verano, mmmmmm).
El nervio al llegar al aeropuerto (que yo creo, que es al único sitio del mundo al que siempre suelo llegar puntual), la despistada llegada al otro aeropuerto, ¿Conseguiré hacerme entender?, la lotería de las maletas (¿habrán venido conmigo?)...

y una vez que sales del aeropuerto, puede pasar cualquier cosa...
En mis viajes me ha pasado de todo, desde preguntarme una azafata que si estaba preñada (lo que hizo que zampase más que en mi vida en aquel viaje), dormir en un sitio (que nos había recomendado alguna h. de su madre) en el que a parte de haber un habitante negro y enorme no deseado (con el cual aún tengo pesadillas), me estuvo picando todo durante un par de semanas a mi vuelta, también en otro en el que el cuarto de baño de Trainspotting estaba impoluto en comparación, acabar liándola parda en un sitio cuya descripción de los lugareños era muito tranquilo, muita segurança, he llegado a ligotear con un pastor en un tren (de su profesión me enteré después, un trauma), debido a una garrapata viajera he llegado a perder los papeles (lo consiguió dos veces)...

Y es que no se que me dan los sitios nuevos, que siempre consiguen que acabe sorprendiéndome a misma haciendo cosas que jamás haría en Casa... 
¡QUE GANAS DE COGER UN AVIÓN!

NATALIA!!!! Sabes que contigo me iría hasta el fin del mundo!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario