viernes, 11 de octubre de 2013

La última ola


Hace unos cuantos años, cuando eramos casi post-pubertas, mi amiga Almudena y yo, después de pasarnos viendo a los surfistas tiradas en la playa todo el verano ....

Guardemos un minuto de silencio por el verano que un año más nos ha dejado al amparo de las inclemencias del tiempo.

....decidimos que queríamos aprender a hacer surf, que más que por el deporte, o por intentar traer el verano de vuelta, fue por hacer nuevos amiguiños que nos enseñaran tan apasionante actividad.

¡en qué momento!


En aquel entonces no había escuelas de surf, se aprendía o bien con los mayores o bien autodidácticamente, así que ni cortas ni perezosas conseguimos que nos dejaran unas tablas (de body porque de surf nadie se arriesgó) y unos trajes de neopreno que nos quedaban, por supuesto, grandes, pero aun así tardamos como una hora de reloj en conseguir meternos dentro, y nos bajamos a la playa de Silgar (donde se puede surfear como mucho una vez al año), un día que hacía malo, y el mar estaba mega racheao, vamos que lo teníamos todo a nuestro favor.

¡en qué momento!

Cogimos nuestras tablas creyéndonos la reencarnación femenina de kelly Slater (que por aquel entonces salía en los vigilantes de la playa) y nos metimos a coger espumitas tontas, y que si vamos a hacer el pato, (que en la orilla es imposible porque habría que hacer un agujero en la arena), que si otra espumita, que si me caigo de la tabla (esto tiene su mérito porque se va tumbado), que si aguadilla por aquí, en fin, que más que body hicimos pubertadas acuáticas........ llegó un punto, en mi pinochez mental de aquella época, que decidí que sabía lo suficiente como para ir a por las olas grandes con los "pros"....

¡en qué momento! 

Así que cogí mi tabla y me puse a remar como una loca, creo que os he dicho que el mar estaba racheado, es decir que las olas venían por todas partes, así que tragué más agua que whisky en una noche loca, hasta que ya casi llegando al pico apareció la ola más grande que he visto en mi vida, o eso me pareció a mi desde mi tabliña prestada, así que me dispuse a hacer el pato,
               que sabía hacerlo perfectamente,
                                    o eso pensaba yo...


agarré fuerte la tabla, la intenté hundir, y aún no se como, el corcho apareció delante de mi cara, y palasprofundidades que me fuí, dicen por ahí que, cuando te pilla una ola, la sensación es como de una lavadora, yo os aseguro que es peor, es como un centrifugado de esos que usan en los laboratorios de CSI, en principio, en mi desesperación, intenté salir, hasta que exhausta decidí cruzar los dedos y dejarme hacer, y como siempre me pasa cuando me dejo hacer, salí a flote (todo esto pasó en 20 segundos, pero lo recuerdo eterno, la de cosas que me dio tiempo a lucubrar)

Al salir, ahí estaba en la orilla Almudena con un amigo los dos descojonandose de lagrimón de mi.

... cabrones ...

Así que pillé una ola (la única que he pillado en mi vida) poniendo a Dios por testigo que nunca más intentaría hacer any deporte con olas asesinas de por medio, y lo he cumplido, que con toda esta moda del surf, que ahora parece que surfean hasta los de Puebla de Sanabria, y a pesar de ser una tía que está al día en las tendencias, y siendo súper tentador, hasta tiene su mérito, oiga. 

Para los que queráis aprender en Pontevedra os recomiendo la escuela de surf del campeón gallego Milo Castelo, Mission Surf.


Para María de Villota, todo un ejemplo de superación.
Y para la súper-peleona Asun.

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